Iván de Pineda encontró en Bariloche el lugar perfecto para escapar del ruido de la ciudad. Entre los innumerables destinos que ha recorrido por su trabajo, esta ciudad patagónica ocupa un lugar especial en su vida. Es aquí en Villa Arelauquen donde el conductor y modelo decidió construir una mansión que mira de frente al imponente Cerro Otto.
El vínculo de Iván con Bariloche es fuerte, un sitio donde se desconecta del ajetreo diario y se conecta con la naturaleza. Lejos de las luces de la televisión y el frenético ritmo de sus viajes, la mansión le permite disfrutar de momentos de paz cuando su agenda lo permite.
La propiedad, situada en un complejo de cabañas, se encuentra rodeada por un entorno natural. Su arquitectura, que combina piedra y madera, se adapta armoniosamente al paisaje circundante. Los amplios ventanales permiten la entrada de abundante luz natural, generando un ambiente cálido y acogedor.
Uno de los detalles que más resalta de la casa es su distribución abierta. El living, amplio y luminoso, se conecta directamente con la cocina, sin paredes. Este diseño, que favorece la circulación y el espacio, da la sensación de un hogar continuo y en armonía, ideal para las personas que buscan comodidad y fluidez en su vida cotidiana, algo que Iván siempre tuvo en cuenta al momento de pensar en su refugio.
La habitación principal tiene su propio rincón especial: un sillón junto a la ventana, desde donde Iván puede contemplar el paisaje, leer un buen libro o simplemente relajarse en completo silencio.
La decoración interior refleja el estilo elegante y sencillo que caracteriza al conductor. Con colores claros que dominan las paredes y los muebles, la casa respira amplitud. Los pisos de madera y los techos cálidos contrastan perfectamente con la luz, creando un ambiente de serenidad.
A través de las fotos que el conductor de “Escape Perfecto” compartió en sus redes sociales, sus seguidores pudieron observar cómo es la mansión de Pineda. Un espacio pensado hasta en el último detalle, donde cada rincón está dispuesto para aprovechar al máximo las vistas y el contacto con la naturaleza.
LA NACION
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