El entrerriano que almorzó con Francisco

Los católicos de Entre Ríos estuvieron representados en la Jornada Mundial de Jóvenes, en Río de Janeiro, en 2013, quizá como ningún otro colectivo. A ese encuentro asistió el papa Francisco, en su primera visita apostólica fuera de Roma luego de haber sido elegido pontífice.

Marcelo Galeano, en 2013 con 23 años, oriundo de La Paz, pudo sentarse a la misma mesa con el papa Francisco, junto a otros 11 jóvenes, en representación de los cinco continentes, el único argentino del grupo de comensales.

El chico, que llegó a Río a comienzos de abril de 2013 para hacerse cargo de la coordinación de traducciones del portugués al español, fue escogido entre tantos para ocupar una silla en la mesa de Francisco, en un salón del palacio arzobispal San Joaquín, Río de Janeiro, desde cuyos balcones rezó el Angelus a media mañana.

No estuvo permitido a ninguno de los asistentes a ese almuerzo llevar cámaras de modo que el registro del encuentro pudo hacerse sólo con los celulares.

Después del encuentro, habló en rueda de prensa, y señaló que el almuerzo con Bergoglio fue “un encuentro maravilloso y distendido” pero sobre todo «una experiencia de Dios».

En conferencia de prensa que brindaron los 12 jóvenes en el Media Center de Copacabana, Marcelo comentó que al principio todos estaban callados porque «no todos los días almorzamos con el Papa».

Almorzaron con el Papa jóvenes de Nueva Zelanda, Australia, Portugal, Francia, México, Estados Unidos, Sri Lanka, Rusia, Colombia, Argentina y dos muchachos de Brasil

«Ha sido una experiencia de Dios. Ver gente de todos los continentes y países ha sido algo muy profundo. El Papa es un pastor, es un padre. Nos ha escuchado atentamente. Habló despacio para que podamos entender».

Marcelo dijo además que el Papa es «es un hombre que ama a su Iglesia y que tiene una gran preocupación por los jóvenes para que podamos vivir en este mundo con sus dificultades».

Galeano resaltó que esta experiencia «es un regalo muy grande porque es la primera vez que lo veo después de él haber dejado su tierra natal, Argentina».

Para Paula García, contadora colombiana originaria de Bogotá y que cumplió el rol de intérprete durante el almuerzo, sostuvo que almorzar con el Papa ha sido una «bendición fantástica».

«El Papa nos preguntó a cada uno lo que hacemos en la Iglesia y nos recordó la importancia de la esperanza. En este día de San Joaquín y Santa Ana nos recordó la importancia de atender a los abuelos, de que los ancianos y la juventud vayan de la mano».

García comentó que una amiga suya que trabaja en la pastoral con los ancianos, le «había escrito una carta al Papa que esperaba que ‘si por algún milagro’ tenía la oportunidad, el Papa Francisco podría recibir».

«Yo le di la carta al Papa y no sabía que se la iba a poder dar y menos hoy, en el día de San Joaquín y Santa Ana».

El Papa también les dijo a los jóvenes que ayuden a la esperanza de muchos jóvenes que no tienen trabajo y les dejó como «tarea» responder luego a algunas preguntas.

«¿Por qué están ustedes hoy aquí? ¿Por qué hay jóvenes muriendo en las calles? ¿Por qué hay jóvenes sufriendo? Cuando tengan respuestas y el corazón llore, entonces podrán compartir ese amor con los demás, con los otros».

El menú de ese almuerzo consistió en ensalada mixta de entrada, un primer plato de rissoto de hongos, un segundo plato de escalopines al vino con verduras o una alternativa de pollo, y de postre un dulce de maracuyá.

Una frase particularmente significativa que dijo el Papa fue repetida por los jóvenes. Bergoglio afirmó que «cuando se pregunten porque hay hambre y tengan la respuesta estarán cerca de Dios», durante un almuerzo que mantuvo con una docena de peregrinos en el marco del Encuentro Mundial de la Juventud.

Marcelo Galeano volvió a verlo de cerca al Papa durante la realización del Vía Crucis que se realizó en el paseo marítimo de Copacabana.

Casi todo el clero presente en Río se inscribió para tomar parte de la ceremonia, pero no todos podrán asistir. Dos de los que estuvieron cerca del Papa son entrerrianos: Ariel Follonier, párroco de San José de Feliciano; y Daniel Rodríguez, vicario de la Parroquia de Oro Verde.

Justamente, este último sacerdote tuvo la posibilidad el miércoles, durante la misa para argentinos que celebró el Papa en la Catedral de Río, de estar muy cerca del altar, y de seguir la ceremonia a poca distancia de Jorge Mario Bergoglio.

En su cuenta de Facebook, escribió: “Muy feliz, muy feliz! Hoy, en el encuentro con el Santo Padre y la delegación argentina, estuve en el primer banco. Mirándolo al Papa me acordé de cada uno de ustedes amigos, la emoción es tan grande que cada día termino re cansado, pero feliz. El sábado tengo que ir a la Catedral a la celebración de la misa con el Santo Padre. Muy contento del regalo de Dios”.

Daniel Rodríguez nació en La Paz, la misma ciudad de Marcelo Galeano, y recibió la ordenación sacerdotal el 13 de diciembre de 1980, de parte del entonces arzobispo de Paraná, Mario Maulión.

Ariel Follonier, en tanto, nació en Colón, aunque se ordenó sacerdote en Paraná, el mismo día que Rodríguez. Antes de ser trasladado a Feliciano fue vicario en la Parroquia Nuestra Señora de la Piedad, en Paraná.

Publicado en El Diario en marzo de 2013

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