En una decisión fuera de lo habitual, el Presidente del alto Tribunal anticipó que a las 16 se reunirían en la mesa decagonal del cuarto piso del Palacio para considerar la queja de Cristina y demás imputados.
Los tiempos se aceleraron a partir del anuncio de la candidatura que la podría blindar con fueros y de la retórica discursiva que dejó sin margen a los supremos, obligados a marcar la prevalencia de la Corte.
La resolución se limitó a consideraciones respecto al caso sin entrar al tratamiento de los cuestionamientos, dejando en claro que no es una tercera instancia, sino una vía de excepción cuando existe quebrantamiento de las garantías constitucionales, que no advirtió en las presentaciones que ayer desestimó.
La consecuencia es que dejó firme la condena de seis años, la inhabilitación de por vida para cargos públicos y el decomiso de sus bienes. La conminó a presentarse transcurridos cinco días hábiles para quedar presa a disposición del Tribunal que fijará el lugar de detención, aunque se descuenta que se acogerá al beneficio de la prisión domiciliaria en función a su edad.
El fallo era, desde bastante tiempo atrás, un secreto a voces. Nunca hubo discordancia entre los ministros, de los cuales dos son peronistas y uno radical. Ni siquiera el público enfrentamiento del actual Presidente con su antecesor fue óbice para que votaran en el mismo sentido. Y fue Ricardo Lorenzetti quien abogó con mayor fuerza para que el caso fuera resuelto en este mes.