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Su nombre y su rostro son bien conocidos. Transita el mundo del diseño, la moda y el espectáculo desde hace más de medio siglo. Y, de ser el histórico asesor de vestuario de Mirtha Legrand, pasó a convertirse en una de las pocas personas del entorno más íntimo de la diva. Forma parte de ese círculo rojo inexpugnable. Acaso allí reside el riguroso bajo perfil de Héctor Vidal Rivas.
“No me presto a entrevistas que se utilicen para generar enfrentamientos”, aclara desde el vamos, mientras se acomoda en la mesa del tradicional café de Recoleta que solían frecuentar ilustres como Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Vidal Rivas tiene bastante de esa prestancia. Vestido elegantemente, un solo color y diversas tonalidades en cada una de sus prendas. Fiel a su sobria personalidad.
“En este momento, estoy prácticamente de manera permanente al lado de Mirtha”, enfatiza. Sin embargo, es de los que saben cuál es el espacio a ocupar: “Cuando la acompaño a un lugar, no me gusta utilizar esa situación para salir en una foto; es una actitud, una filosofía de vida, creo que no me equivoco”.
-No siempre las grandes figuras suelen manejar un buen olfato para entender quienes se acercan a ellas para sacar provecho propio.
-Soy una persona con códigos y tengo que reconocer que, cuando comenzó mi carrera, fue muy importante haber estado asesorándola. Hace cincuenta años que estamos juntos, es mucho tiempo. Hoy puedo decir que soy amigo de Mirtha. Dejo de hacer cosas mías para estar a su lado, es una prioridad para mí.
-¿Cómo se inició el vínculo entre ustedes?
-Primero fui invitado a su mesa, cuando el programa salía por Canal 9. En ese momento, ya había empezado a hacer desfiles y me vestía de una forma muy avanzada para la época, podía ponerme ropas de cuero negro o sacos extraños.
-¿Cuándo comenzaron a trabajar juntos?
-Cuando el ciclo pasó de Canal 9 a Canal 13, ella les pidió a sus productores Luz Seguí y Armando Barbeito que me convocaran para que sea su asesor de vestuario.
Indudablemente, la anfitriona de los almuerzos marcó un antes y un después en su trayectoria, “fue un talismán”. Corría 1974 y, en ese momento, Vidal Rivas desarrollaba ese mismo rol en el recordado programa Alta tensión y en la telenovela Mi hijo Damián, encabezada por la actriz María Aurelia Bisutti. “En simultáneo, ya organizaba desfiles muy distintos para la época”.
En su travesía inspirada, se le ocurrió vincular el mundo de la moda con la escena teatral. “Cuando Nélida Lobato encabezó la revista Corrientes esquina Champs-Élysées en el teatro El Nacional, le pedí al empresario Carlos A. Petit la sala y monté La moda esquina Champs-Élysées; también hice La moda al ritmo de Hair y, cuando existía Pigalle, transformé los decorados que utilizaba Antonio Gasalla para montar un desfile”.
La biopic de Vidal Rivas es tan creativa como extensa. Trabajó en las ficciones creadas por Oscar Barney Finn y María Herminia Avellaneda y junto a estrellas como la recordada presentadora Pinky o Moria Casán. Para que no queden dudas que su trayectoria es destacada, enumera la estadística: “Hice 132 unitarios, 14 telenovelas y 25 obras de teatro, como creador o asesor de vestuario”.
Su último trabajo en el rubro teatral se dio con Brujas, la comedia que se estrenó hace 34 años y durante la última temporada de verano marplatense finalizó -por ahora- su ciclo de representaciones.
“Dejé todo para organizar la Semana de la Moda Argentina y para descubrir a nuevos diseñadores”. Una vez más, arremete con cifras que no son poca cosa: “El concurso Yo, el joven creador de moda lleva 35 años, van 65 ediciones de Argentina Fashion Week y 30 años de Mar del Plata Moda Show”.
Del certamen de noveles emergieron firmas como las de Vero Ibaldi y Vero de la Canal. Actualmente, Vidal Rivas continúa asesorando a destacadas marcas y diseñadores, siempre en la búsqueda de un sello propio.
Los números estremecen, pero, como si hiciera falta, aclara: “Me dediqué mucho a la moda argentina y pude llevarla a Moscú, París, Miami o Londres”. Enormes méritos para este hombre que, en 2023, fue distinguido por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires como Personalidad Destacada de la Cultura.
“La gente no conoce a la verdadera Mirtha, es un ser muy solidario”, cuenta Vidal Rivas, orgulloso de su amistad con la gran leyenda argentina. “Si sabe que un actor o una actriz está pasando un mal momento, si se entera que alguna figura de antes tiene problemas para pagar el alquiler o las expensas, Mirtha le envía un sobre a su casa. Si le comentan sobre algún enfermo que no cuenta con asistencia, ella misma levanta el teléfono y se comunica con los directivos del hospital Fernández y hace atender a esa persona. De la Casa del Teatro se ocupa de una manera increíble, ya sea buscando subsidios como donando cosas”.
-Se la percibe una amiga fiel con sus amigos.
-Está muy pendiente de sus afectos.
-¿Cómo es su relación con ella?
-Tenemos un vínculo bárbaro. A la una de la mañana puedo recibir un mensaje o un llamado suyo. Y quiere ser atendida, sino te reta, te reprocha que no la atendiste.
-Mucha gente acostumbra a descansar a la una de la mañana…
-Es una mujer de una lucidez y una memoria increíbles. Los martes o miércoles recibe la información de cada invitado que estará en su programa, pero, además de conocerlos, estudia su biografía y se informa sobre lo que están haciendo.
-Lucidez, memoria y profesionalismo.
-Cada mañana lee dos diarios y no se saltea ni los avisos fúnebres. Ve televisión, escucha radio y se maneja a la perfección con su computadora.
-¿Qué es lo que más la irrita?
-Lo que le duele es cuando inventan sobre ella o ponen en su boca cosas que no dijo.
-Una pregunta incómoda. La finitud, ¿es un tema de conversación en Mirtha?
-No, pero me puedo imaginar que, en su interior, lo debe pensar. En cambio, le duele mucho la partida de un ser querido o una amiga, eso lo dice en voz alta.
Héctor Vidal Rivas reconoce que, en este momento de su vida, luego de las partidas de su esposo, su hijo y sus hermanos, “La Chiqui” se apoya mucho en su hija Marcela Tinayre: “Está pendiente permanentemente de cómo está su mamá, es muy protectora. Marcela tiene a su familia puesta en los hombros, siempre trata de solucionar cualquier inconveniente”.
A la hora de atravesar duelos, para Legrand, indudablemente, la partida de su hermana gemela fue un golpe emocional irreconciliable: “Sufrió mucho, mucho, la muerte de ‘Goldy’, era su cable a tierra. Antes de salir del camarín para hacer su programa, siempre recibía el llamado de ´Goldy´ y, cuando regresaba a su casa, si su hermana le decía ´redondito de ricota´ significaba que el programa le había salido fantástico”.
-Tanto Mirtha como Silvia se llevaban muy bien con su hermano José.
-Los tres tenían una conexión increíble. Íntegros, con una memoria única. “Goldy” recordaba todo de manera prodigiosa y “Josecito” era una persona de una ética y honestidad total. Cuando fue presidente del Festival de Cine de Mar del Plata le querían poner un auto para trasladarse, pero él se movía en colectivo, nunca aceptó tener un chofer. Era una persona muy respetada en el mundo del cine, un maestro de grandes directores.
-¿Ha visto lagrimear seguido a Mirtha?
-Cuando le sucede algo, llora.
-En algún momento de intimidad, ¿se aparta del personaje público que ella misma creó? ¿Cómo es esa Mirtha que la mayoría no conoce?
-Con sus amigos es una persona más, aunque siempre con su forma de ser. A Mirtha nunca la vas a ver desarreglada. Si tiene un evento a las seis de la tarde y otro a las ocho, en el medio pasa por su casa a cambiarse. Uno no puede creer que tenga 98 años. Elvira (su asistente) hoy es su brazo derecho, está atenta a todo lo que le sucede y a acompañarla en todo momento.
Vidal Rivas cuenta que los miércoles es el día en el que la diva se prueba el vestuario que lucirá en su programa y que, a esta altura de su vida, prefiere refugiarse solamente en las creaciones de Iara y Claudio Cosano. “Ya conocen sus medidas, llegan con los vestidos casi terminados”. En el staff más cercano figuran la maquilladora Gladys Andrade, quien también suele acompañar a la diva en sus salidas teatrales, y el peinador Leo Cosenza.
-Su agenda está supeditada a la de Mirtha.
-Hoy mi prioridad es la señora Mirtha Legrand.
-¿Es la persona que hoy más secretos conoce de Mirtha Legrand?
-Creo que sí.
-¿Es cierto que, de adolescente, les elegía los géneros a su mamá y a sus hermanas?
-Sí.
-Evidentemente, había una vocación latente.
-En mi familia no había nadie dedicado a la moda, así que ellas se hacían hacer las prendas con una modista y yo les indicaba qué tela utilizar, ya sea para un vestido o una pollera.
-¿Cómo surgió esa vocación?
-No lo sé, siempre digo que se nace con una inclinación.
-¿Cómo convirtió ese gusto por el diseño en una profesión?
-A los 17 o 18 años me comencé a conectar con la moda como modelo, hice algunos desfiles y campañas publicitarias de gráfica y televisión, pero ahí me di cuenta que lo que más me gustaba era lo que pasaba detrás.
-Entonces.
-Comencé a armar desfiles. Recuerdo que hice varios en el Circulo Femenino.
-Descubrir a nuevos diseñadores fue un norte en su trayectoria.
-Puedo mencionar los primeros desfiles de Elsa Serrano, Jorge Ibáñez, Claudio Cosano, Gabriel Lage.
-Ser elegido por Vidal Rivas era y sigue siendo un pasaporte a la trascendencia.
-En Mar del Plata descubrí el atelier de Gabriel Lage e, inmediatamente, lo llevé a vestir a Mirtha y le hice hacer el desfile de las escalinatas de Playa Grande; en Buenos Aires, pasé de casualidad por la puerta del local de Jorge Ibáñez, que hacía diez días que lo había inaugurado, vi una prenda que me gustó, ingresé y le pregunté si quería vestir a Mirtha Legrand, así comenzó una relación increíble, todos sus desfiles los produje yo.
-¿Cómo era Jorge Ibáñez?
-Una persona con códigos, algo muy difícil de encontrar hoy. Su muerte fue inesperada, absurda.
-La partida de Elsa Serrano también fue inesperada y tuvo rasgos trágicos por haberse producido como consecuencia de un incendio.
-Me golpeó mucho, era muy amigo de ella y de sus hijas. Era un ser encantador, una mujer que trabajaba las veinticuatro horas del día. Con ella hice cosas maravillosas, como la elección del vestido con el que Norma Aleandro recibió el Oscar.
También recuerda su ojo para elegir el vestido con el que Susana Rinaldi se presentó en el Olympia de París y el outfit de Pinky cuando hizo su única actuación teatral en una pieza policial. “Tuve la suerte que las figuras confiaban mucho en mí”.
-¿Algún desafío puntual?
-Vestir a Moria Casán para la primera temporada de Brujas. En esa obra, cada actriz estaba vestida por un diseñador diferente y con un look muy personal, eran distintas entre sí. Recuerdo que me convocaron Carlos Rottemberg y Guillermo Bredeston, quienes me dijeron “tratá de no delirar mucho, porque es solo para los dos meses de la temporada de verano”.
-Estuvieron 34 años más.
-Nadie se imaginó que Brujas iba a estar en cartel tanto tiempo. Fue la última obra en la que trabajé, luego me dediqué con exclusividad a los desfiles.
-¿Cuál fue la figura más difícil con la que le tocó lidiar?
-No podría decir que alguien es difícil, pero sí, cuando le elijo a Mirtha una prenda que se corre un poco de lo que ella está acostumbrada, me dice “no me lo voy a poner”, pero insisto e insisto y le digo “cuando te lo pongas, me contás qué te dijeron” y siempre son elogios, entonces no duda en reconocer “tenías razón”.
-¿De quién aprendió?
-De Daniel Tinayre, con él hice las obras Constancia, Rosas amarillas, rosas rojas y Tovarich.
-¿Cómo era Daniel Tinayre?
-Fantástico, un tipo con carácter, pero sabía muy bien lo que quería y lo transmitía con claridad. Fue, sin dudas, quien creó a Mirtha Legrand. Ella es ella, pero es un producto de Daniel Tinayre, porque él supo pulir ese diamante que era y es Mirtha. La cuidaba mucho, de manera extrema. Daniel sentía admiración por la mujer que tenía al lado.
-Usted fue actor en un film dirigido por Tinayre.
-Ya había empezado como modelo, cuando hice una participación muy chiquita en En la ardiente oscuridad y luego participé en La patota. En ese momento, bailaba rock en el Florida Fútbol Club, que quedaba cerca de mi casa. Éramos un grupo grande. Sabiendo esto, Tinayre me pidió que llevara 15 parejas que supieran bailar el rock para una escena de esa película, entre esa gente estaba yo. A partir de eso, comenzó mi trabajo con Mirtha.
De niño, vivió en pleno San Telmo, en Venezuela y Perú. Luego, su familia se mudó a Florida, en el norte del Conurbano. Su padre era funcionario de Gas del Estado y su madre ama de casa.
Habla pausado. Muy buena dicción. No se atropella y narra con precisión. No son pocas virtudes para un profesional con liderazgo y alrededor del cual trabaja mucha gente. “Si veo algo que no me gusta o me fallan, me enojo; en esos momentos, tengo mal carácter y reconozco que a algunas personas no puede gustarle, pero es porque me exijo demasiado, no me permito que algo no salga como lo sueño”.
-¿Cambiaron las modelos?
-Hay una camada que no se volvió a repetir, era la que formaban Mora Furtado, Teresa Garbesi, Evelyn Scheidl, Nequi Galotti, Mariana Arias, eran importantes. Hoy, hay más modelos mediáticas que chicas que transmitan algo en la pasarela. Modelo se nace. Ingrid Grudke pisa la pasarela y los aplausos son increíbles.
-Modelos con nombre propio.
-Y con actitud, algo que es muy difícil de encontrar hoy. Con Pampita me pasó algo curioso; la primera vez que Pancho Dotto me la recomendó para un desfile en Mar del Plata, le dije “cómo me mandás a una modelo que mide un metro cincuenta y nueve” y él me respondió “dentro de un año hablamos”.
-Tenía razón.
-Lo que genera Pampita es algo increíble. En la pasarela parece una modelo de un metro ochenta. La llevé a París a desfilar a la Torre Eiffel, le hacían la ropa especialmente.
-¿Cuál es la virtud más importante que debe tener un diseñador?
-La identidad. Al ver una prenda, inmediatamente entender quién la creó.
El Sagrado Corazón es esencial en la devoción cristiana de Héctor Vidal Rivas. Una creencia que tiene su fundamento en todo aquello que esta representación simbólica le ha concedido.
“Es fundamental en mi vida, mi mamá, que era devota del Sagrado Corazón de Jesús, me enseñó a amarlo y a tenerle fe. Ella tenía una cadena especial con una medalla con la imagen. El día que partió, tomé esa cadena que, hasta el día de hoy, me acompaña siempre. En todo momento en el que lo necesito, sé que el Sagrado Corazón está”.
-¿Algún ritual?
-En cada viaje que hago a París, el primer lugar que visito es Sacré-Cœur, voy de rodillas hasta el altar y busco siempre la misma imagen del Corazón de Jesús, donde dejo un corazón de flores y una medalla con la inscripción “gracias, Corazón de Jesús”.
-¿Le cumplió algún deseo puntual?
-Muchísimos.
-¿Puede mencionar alguno?
-En uno de esos viajes a París, le manifesté mi deseo de formar una familia.
-Formó una familia.
-Cuando estaba haciendo el vestuario de la obra Tovarich, mientras le probaba el vestido a Mirtha Legrand, apareció una persona que trabajaba con Elsa Serrano. A esa mujer, al abrir su cartera, se le cayó una estampita del Sagrado Corazón de Jesús. Inmediatamente pensé que se trataba de un mensaje.
-¿Cómo finalizó la historia?
-Me casé con ella y tuve a mis dos hijas María Manuela y Valentín Jesús, y a Santiago, el primer hijo de mi mujer con una pareja anterior y al que amé y crie como propio. Lamentablemente, dos de ellos hoy viven en Miami.
Aunque hoy separados, Graciela fue su esposa durante décadas. Santiago lo convirtió en abuelo de tres nietos, su otra gran devoción. “Mis hijos son lo más importante de mi vida”.
Argentina Fashion Week, del 25 de agosto al 1 de septiembre en el Palacio San Miguel.