Ya nadie puede negar que el mundo cambió. Tecnologías como la Inteligencia Artificial, que no es nueva, pero en el último año ha dado un salto enorme y alcanzado todos los aspectos de nuestra vida y a todos los sectores del mundo empresarial, marcan el ritmo de los cambios vertiginosos a los que los líderes deben enfrentarse no mañana, sino hoy mismo.
Como ha sucedido siempre en la historia de la humanidad, las revoluciones tecnológicas impulsan transformaciones en el entramado social, en las familias, en las escuelas, en las relaciones interpersonales y, por supuesto, en el mundo del trabajo. La hiperconectividad, la llegada de los nativos digitales a roles de liderazgo, el auge del trabajo remoto y la eliminación de distancias e incluso límites fronterizos están reconfigurando nuestra forma de trabajar y hacer negocios, pero no todos están preparados para enfrentarlo.
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En el informe «El Futuro del Trabajo en Argentina», realizado por la Universidad de San Andrés junto a Randstad, el 89% de los encuestados anticipa que la inteligencia artificial y la automatización tendrán un impacto decisivo en el futuro del trabajo. Esto impactará directamente en las tareas repetitivas y más “automatizables” por la tecnología, lo que pone en valor más que nunca las habilidades blandas, como la comunicación, la gestión emocional, el trabajo en equipo y la creatividad.
Por otro lado, el 88% de los encuestados cree que en los próximos años la mayoría de los trabajadores será independiente y el 84% espera que la flexibilidad -en horarios, ubicación y formas de contratación- sea el elemento esencial del futuro laboral. Los esquemas tradicionales de empleo en relación de dependencia, el espacio físico “fijo” y la jornada de ocho horas están en jaque.
Finalmente, hay un dato que muchos empresarios o gerentes con los que trabajo ya están viviendo en primera persona y traen frecuentemente a las sesiones, incluso sin conocer este estudio: el 58% de los encuestados cree que los trabajadores del futuro estarán menos comprometidos con sus organizaciones.
En un contexto cambiante, sobrevivirán los que puedan reinventarse. Quien sea capaz de detectar el valor que aporta su negocio o profesión en esta nueva era, en un mercado con nuevas demandas, necesidades y oportunidades, es quien va a diferenciarse de su competencia.
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Pero, ¿cómo nos adaptamos? Es un desafío enorme, incluso para las generaciones más jóvenes, como los millennials, que realizaron sus estudios e iniciaron su trayectoria laboral en un contexto más parecido al de sus padres que al de hoy.
Según el informe ‘El estado del Management en las empresas’, elaborado por Fresh People, 3 de cada 5 líderes admiten no sentirse preparados para liderar. Si bien el estudio refleja la realidad española, es una muestra de una tendencia que atraviesa a todo el mundo: hay una clara necesidad de desarrollo de habilidades de liderazgo, porque nadie los preparó para esta era.
¿Cómo adaptarse a un mundo del trabajo en cambio?
El primer paso es tomar consciencia de la mentalidad que tenemos. Hoy, todo líder o profesional independiente debería hacerse estas preguntas: ¿Incorporamos alguna tecnología para agilizar procesos en el último tiempo? ¿Contamos con esquemas de trabajo más flexibles o tenemos los mismos que desde hace décadas? ¿Invertimos en capacitaciones para nosotros mismos, nuestros líderes o equipos? ¿Dedicamos tiempo a investigar o aprender sobre las transformaciones que están sucediendo en nuestro sector?
A partir de estas respuestas, sabremos en dónde estamos parados y, si tenemos una mentalidad rígida, es momento de empezar a agilizarla. Este camino empieza por los líderes y continúa en los equipos de trabajo porque, aunque la tecnología sea la variable que guía muchos de los cambios, el motor detrás de cualquier negocio es y seguirán siendo las personas.
Es crucial derribar las creencias que nos limitan como “esto es imposible para nosotros”, “lo hicimos así toda la vida”, “nuestros equipos no son capaces de hacerlo”. No caigamos en la profecía autocumplida: si vemos a los cambios con miedo y negación, efectivamente serán imposibles.
Y una vez que cambiemos la mirada, será más fácil implementar dentro de los equipos esta flexibilidad o agilidad frente a los cambios. Un líder puede favorecer entornos donde se desarrollen habilidades blandas como la innovación o la creatividad, y generar espacios para mejorar la comunicación y el trabajo en equipo.
Según el informe realizado por la Universidad de San Andrés, más de la mitad de los participantes cree que las habilidades de aprendizaje continuo y la capacidad de adaptación serán más valiosas que incluso las competencias técnicas específicas. Esto ya está pasando, las empresas más vanguardistas están invirtiendo en el desarrollo de estas habilidades en sus líderes y equipos, porque saben que es fundamental para identificar ese valor que el negocio puede aportar en esta nueva era, antes de que sea demasiado tarde.
Otra herramienta valiosa para impulsar la adaptabilidad es la diversidad en los equipos de trabajo. Diversidad de todo tipo: de género y orientación sexual, de diferentes generaciones, contextos, orígenes o trayectorias educativas. Cuando los equipos son diversos e interdisciplinarios, se genera un terreno fértil para el intercambio de ideas y aportes constructivos.
Finalmente, yo recomiendo a los líderes aceptar que no siempre lo sabemos todo ni tenemos todas las respuestas. No es casual el crecimiento del coaching en los últimos años. Aunque un negocio haya funcionado satisfactoriamente durante muchos años, puede que ahora se necesiten nuevas herramientas y el apoyo de un profesional que facilite encontrar nuevas miradas, nuevas soluciones.
* Senior Coach Ontológico Profesional especialista en Liderazgo